Inmaculada virgen
que meces al mundo
en la hojarasca seca
de tu inmortal cuerpo.
De tus inmóviles labios
recorro igual que un campo
hasta las últimas curvas
de tu sagrado manto.
Te palpo entre mis dedos
y te vuelvo a cerner
señora inmaculada
cantar mío.
Devoción impía
que en mi pecho descansa
tu piel desfaldada
virgen eterna.
De mi boca lactosa
y de tu boca la leche
reencarna una y otra vez
tu dulcísimo fruto.
Vientre etéreo
de una pasión desfallecida
las calzas te ocultan
en su crepuscular celaje.
Te anido los muslos
con alzadas oraciones
virgen viva, bella
si con tu oleaje me vistieras.