Mis cansados huesos,
intentan transcribir,
el alfabeto Morse que me trae la lluvia,
en este preciso momento,
mientras la húmeda brisa,
me va entonando
un antiguo himno a la tristeza.
En un segundo un alud de recuerdos
se apoderan de mis pensamientos,
y entre guerra y paz,
ella vuelva a sentarse en medio
de mis eternos afectos.
Todo ha quedado,
impreso en mi cansada alma,
su sonrisa contagiosa,
sus suaves y ardientes besos,
su cuerpo aspirante,
como si fuera la lluvia,
que se desploma
en este nublado momento.
Una vieja herida que no sana,
me recuerda que aún moro,
dentro de este marchito
árbol con hojas secas,
sin flores
sin frutos
y con las raíces hundidas,
entre un vacío desierto.
Mis sonrisas hacen años
se las llevó volando el viento
y mi amor
partió una idéntica mañana,
en que la clave morse de la lluvia,
quería decirme algo,
que aun no entiendo.