No te conozco (ni siquiera una vez en vivo)
pero eso no es razón para negar el motivo
que te escriba esta noche, solo en tu honor,
elaborando alabanza de tus dotes, adjetivo
que brilla por propia naturaleza del amor:
el emanado de tu alma, para vivirte activo.
No te conozco pero frente a ello no resigno
ya que, por ser tu existir, para mi es signo
sobre lo valioso que eres, al saber tu valor
prologando en nuestro planeta lo benigno;
pues, entonces digo, que mereces lo mejor
ya que como tu sol, de Dios ya eres digno.
No te conozco; igualmente así no me limito
para que nunca olvides como ti no hay hito
porque siendo fenómeno que te hace actor
de lo maravilloso de la vida, algo exquisito
cuya prueba no es mayor indicio del sabor
como el que queda, al dedicarte lo escrito.