Respondo
A tus labios mimosos
Con mordiscos tiernos
Y te cedo mi aliento
En la danza del principio.
Marco
Con mis manos valientes
Tu pecho desnudo de huellas
Y en tus hombros plateados
Nacen nuevas ternuras.
Recibo
En mis senos voluminosos
Como inspeccionas el terreno,
Te pierdes en el poniente
Y siento como se iza la vela.
Siento
Como tu sudor frío
Moja mi piel ardiente
Recorriendo mi busto
Con gotas de impaciencia.
Arde
Tu cuerpo esbelto
Y tus manos dislocadas
Queman cada rincón
De mi cuerpo consagrado a ti.
Debilitas
Mi desnudez desmedida
Y trabajas por conducirme
A esa mezcolanza
Donde nacerá la unidad.
Buscas
La puerta de entrada
Alocado y palpitante...
Y Penetras lentamente
En el templo de la dicha.
Firme,
En ese ir y devenir,
Mantienes al soldado que vigila
Los víveres, que satisface mi hambre.
Ansias
Que denuncian con vigor
La entereza de tu suplicio
El vaivén de la vitalidad
Que engendra nuestros cuerpos.
Deleites
Agrupados, necesidad
De palpar todos los recovecos
Con solo dos manos,
Y una boca húmeda.
Aullidos
De un lobezno
En la cima del monte
Que anuncia el rito
De tanto candor.
Dispuesto
Anuncias tus ganas
De entrar en el reino
Y en la arena movediza
Caer sin resbalar.
Y te vas y legas
Ahondando en ese palmear
Necesitas oír el canto
Para llegar y robarme
Toda sensación.
Conseguiste
Culminar como apóstol
En Esa desgarradora lucha.
Tu corazón, ahora, se debate
Con la respiración y la aspiración.
Más, yo, solo acabo de empezar.