PARADOJA
Labrador de la tierra de tu cuerpo fecundo,
Por herramientas tengo mis manos y mis labios,
Mis semillas con suaves movimientos las hundo,
En tus surcos donde entra jubiloso mi falo.
Crecerá allá en el fondo de tu vientre profundo
La semilla sembrada con amor puro y santo,
Y tras largos desvelos llegara hasta este mundo
El anhelado fruto que llenara de encantos,
La heredad donde crece el amor que vivimos,
La que con su presencia se poblara de mimos
Porque llegara el hijo con quien siempre soñamos.
Por el trabajaremos porque si lo trajimos
Es un deber brindarle lo que nuca tuvimos
Y hacer de el un noble y digno ser humano.
II
La vida es azarosa, es terrible y es dura,
Cuando apenas faltaba que naciera mi hija,
Salto de las tiniebla la infame muerte oscura
Y se llevo a mi hembra y se robo a mi niña.
Recuérdolas ya muertas, sus heladas blancuras,
Sus ojos ya cerrados, sus labios sin sonrisa,
Su silencio agresivo, que dolor, que amargura,
Mi corazón y mi alma quedaron hechos trizas.
Cuantas veces la vida nos da lo que anhelamos,
Y en realidades torna aquello que soñamos
Y nos es permitido siempre amar y vivir.
Mas sin embargo a veces lo que por hecho damos
Se nos va como el agua se desliza en las manos
Y el único aliciente es procurar morir