Janeiro

El alma de un poema

Leve y fugaz en su rostro palpitante

dejas huella en lo indecible de mi voz.

No aguanto el peso de un gota amarga

y pretendo triunfar sobre tu corona.

Leve mariposa que miras en cuanto

sabes lo que amo y no puedo alcanzar,

con el grito de la inspiración y tanto

me reduces a la ignota contemplación.

Roja realidad de tu mismo destino,

privado mis sueños de su alimento;

el único pensamiento de mi desatino,

que me arroja al eco de mi conocimiento.

Otra vez Thyssen

Vale: saludo poematizado