Leve y fugaz en su rostro palpitante
dejas huella en lo indecible de mi voz.
No aguanto el peso de un gota amarga
y pretendo triunfar sobre tu corona.
Leve mariposa que miras en cuanto
sabes lo que amo y no puedo alcanzar,
con el grito de la inspiración y tanto
me reduces a la ignota contemplación.
Roja realidad de tu mismo destino,
privado mis sueños de su alimento;
el único pensamiento de mi desatino,
que me arroja al eco de mi conocimiento.
Otra vez Thyssen
Vale: saludo poematizado