Calle de remotas alegrías
donde bastaba mirarnos y sabernos
que a mi memoria obliga
con viejo clavicordio de vientos.
Mecidas aún ajenas las delicias
de aquel amor enigmático y secreto,
la noche en cuna tranquila
vuelve a brillar con sus ojos de fuego.
En lava rumorosa de los días
cuando perverso era querernos,
quedaron sin roce las caricias
imaginadas en trapecios del averno.
Pudiera yo ciega la pupila…
no recorrer más ese rincón viajero
o inconmovible el alma mía…
los vinos con que te bebí completo
… aun etéreo…
exiliarlos en baño purpúreo de un cielo.
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Propiedad intelectual Lucero Moscoso
Bogotá D. C. Colombia