No esperes, frases ardientes, besos locos, oír a todo el momento “te quiero”, eres guapa, te adoro.
Esto todo pasa en la rutina, no por que ya no sea igual, pero como en la caza, después de recoger los trofeos de la cazada, ya pasaran la ansiedad, el deseo, de te tener. Ahora con calma e junto a ti, no tienen que aguardar por nada. Ya te tienen, era su deseo. Como el tuyo era hacerlo todo difícil, seguro que hiciste de todo para dificultar, gozabas, te sentías feliz, eras deseado como tú sin dar a entender deseabas también ser cazada.
Es la ley de la vida, es el condimento que haz con que vivamos momentos inolvidables. ¿Verdad?
Ahora que juntos ya no tenéis que madrugar, esperar, viene el descanso. Otra etapa quizá mas difícil, el saber buscar una sorpresa, algo que reavive esos tiempos. Hacer de cada día una cosa buena para saborear vuestro cariño.
Cuantos matrimonios se separan por ya no sentir el ardor del principio, él está, el no murió, solamente, somos egoístas, queremos lo que ya tenemos, e eso no es posible.
Comparo, con la alegría de quedar esperando un hijo. Se pasa la vida comprando ropita, la cuna, arreglando su dormitorio, peluches, de animalitos, a montones, ansiedad, es maravilloso.
Nasce el hijo, provoca sufrimiento, es natural, cambia el cuerpo e la vida… bueno, noches sin dormir, prisioneros de una cosita tan pequeñita, vigilia constante, abdicar de una salida de un cine, de un viaje, de casi todo lo que se hacia. Pasa el tiempo, el dormitorio ya no sirve, se tiene que cambiar e nunca más la vida será la misma. Cuando esté criado, los trabajos son doblados. ¿E que pasó del tiempo en que cazador e caza se entretenían en un juego feliz? Así es mismo sin hijos, otras cosas nos cambian, roban el tiempo e no damos cuenta, que hacen falta pequeños gestos de cariño que no demoran mas que minutos para que la llama de la atención amable e cariñosa no se apague o se vuelva invisible, mismo siendo de la misma intensidad, pero en tiempos distintos
Haz todo lo que puedas, para nunca perder tu cazador e la caza. Es vuestro futuro, cuando en el invierno de la vida, frente a la chimenea, mirando las llamas, con el blanco de vuestro cabello, brillando a la luz del bailado del fuego podréis de manos dadas, recordar vuestros momentos de juventud que tanto placer vos ha dado.
Cuando jóvenes nunca pensamos quien será cuando nuestras manos tiemblen un poco e las rodillas no nos dejen tener agilidad, quien será que estará junto a nosotros, con el dulce querer de la vejez hechos de nuevo niños, compartir nuestros recuerdos e con amor arreglar la mantita que nos cubre nos apriete la mano, con ternura.
Oporto, 25 de Febrero de 2012
Carminha Nieves