Llegó a mí cuando el dolor
de heridas de desencuentros,
me arropaba de espejismos,
nublando mi entendimiento.
Me liberó del rencor
que me había hecho prisionero,
con grilletes de aflicción,
encadenado en el tiempo.
Fue el perdón...con su disfráz
de recio viento pampero,
que desató las amarras
que me anclaban a aquel puerto.
Bebiéndose nubarrones
de sombríos sentimientos,
fue dejando adivinar
azul y límpido cielo.
En las ramas de aquel árbol
donde anidan los recuerdos,
se han secado los reproches
y están brotando "te quieros"...