A cuarenta años de su desaparición, sus letras siguen brillando y permaneciendo vigentes, como el primer día.
Te fuiste, Alejandra, apenas pasadas las primeras horas del alba
y es que buscabas , con destemplanza, la calma para tu alma.
Buscabas quizá una tierra tan lejana como aquella donde escribiste tus aventuras perdidas.
Una condesa sangrienta desgarró tus viceras y retorció tu último aliento, mientras tus ojos buscaban en el cielo esa luz que te acompañó durante mucho tiempo.
Tu bendita locura fue demasiado para un mundo que se presume cuerdo.
No hay más que eso después de tu partida, esa luz que ahora es tuya...y tus versos, flameando por el universo.
María Ferretti Gaich