Rafa Rivas

Barco sin timonel.

Barco sin timonel.

Me miró con sus ojos negros como la noche, sin hacer ningún reproche, me encandiló su sonrisa blanca, sumisa como el tibio sol del otoño y aunque mis manos ceñían los garrotes del timón,  me embelesé con su estampa, con su brillante cara y su elegante gesto de mujer callada.

 Iluminaba cada golpe de timón, cada impulso de mis manos, cada latido de mi corazón humano. Su melena oscura y larga bordada de estrellas claras, hacían que mi timón trazara rumbo al alba, un navegar de nostalgias.

La proa del barco buscaba su resplandor, cruzando sin temor  las temibles olas blancas y sin pensar en los miedos le lancé un beso a los cielos esperando de ella un gesto, que tranquilizase presto mi corazón malherido y quedé allí prendido, hipnotizado por un sueño que me alejó con empeño de mi labor de timonel.

Abandoné el cometido, dejé a su suerte el navío y me aferré a la baranda de la proa, sollozando como un niño, clamando a los cielos, apreté fuerte los dedos en la baranda maldita que me alejaba con abismo de la dama de mis sueños.

Miré el oscuro del agua y como ardiente fragua mi corazón se forjó, la tibia luz de mi dama, se acercaba hasta mi estampa como camino de plata sobre las brumas del mar y saltando por la borda, me zambullí en sus destellos que hicieron mi frío bello y despojó mi dolor, abrazando sus caricias que con perdidas justicias arrastraron mi piel, ahogando mi vida entera, aquella que un día fuera, un magistral timonel.

Hoy, resido junto a ella, la más preciosa doncella que se pueda contemplar y desde aquí va mi canto a todo buen marinero, la luna ya tiene dueño…no te dejes embrujar.

 

Autor.- Rafael Rivas.