Con el látigo que rasgas las espaldas ,
roja sangre vertiendo en las pupilas,
en carne viva quedara la piel en llagas
putrefactas al sol del medio día.
Huecos, vacios, cuencas olvidas,
despojos de la carne entumecida
Así será de oscura la agonía
al grito del cuerpo que desgarra.
Silencio de segundos tras las horas,
al borde del abismo la locura,
fugaz en remolino la bravura
al ser hoy un Cristo en agonía.
Clama la lengua en estertor por agua,
gime el sediento ya por vida o muerte.
pide clemencia como un niño hambriento
Y el último suspiro de su cuerpo exhala.