En la copa de un limón seco
Casi besando el cielo, se hallaba un cardenal
Allí entre las ramas, de ese árbol reseco
Dejaba escapar su trino, como canto celestial
Y el viento le ayudo a convertirlo en eco
Vestido de rojo, y bajo los reflejos
Del sol naciente, niño del este
Pidiéndole a Dios un poco de suerte
Rogando, que la mano del hombre no cause su muerte
Se hallaba el con sus ojos perplejos
La gentil primavera de este mayo presente
Baño su plumaje con aroma de roció
El Convertido en todo un elocuente
Seguía cantando bajo el cielo sombrío
De nubes celestes
Sereno y tranquilo, de que fue escuchado
Vatio sus alas y alzo el vuelo
Y la rama seca donde él estaba posado
Todas las mañanas espera su regreso