Como flecos de nieve, sin ruido, que emblanquece todo e nuestros pies, quedan marcados, por poco tiempo, ella los cubre. Así es en la vida. Ni damos cuenta de lo que pasa e como el tiempo se va.
Desperté e me ha dado la impresión que un gallo canto. Más atenta, de nuevo oí, ¡si era un gallo! Siete veces ha cantado. ¿Como en medio de la ciudad rodeada de edificios, podía ser? Quieta, mirando el techo, mi pensamiento corriendo por el pasillo de la distancia, me llevó a mi niñez, a mi juventud, a la tierra caliente e mojada de regar descalza, en la finca. Del olor, que sube de ella, en verano, me vi pequeña, sucia e feliz. Recordé los caseros que trabajaban e vivían en su casita, del caballo e su carroza, de las cortes del ganado, del gallinero, Del olor de los melocotones, albaricoques, de mi sentada en sus troncos comiéndolos, la finca se llamaba Bella Vista, pero seria mejor arco iris de olores, alecrín, rosas, azaleas de varios colores, rododendros, glicinias, ¡oh Dios! Gallo traicionero que me volviste niña, ¡que me has apretado el corazón!
No quería volver, ¡como era feliz! Tiempos que no los podré tener nunca más e que fueran tan cortos en el inmenso trayecto que ya hice.
Me pasmo como he vivido tan intensamente todo, sin darme cuenta, mi Padre entrando por el portal enorme de la finca en su coche yo corriendo hasta el traía siempre cosas buenas, cestos enormes donde yo cabía llenos de cerezas rosadas, pasteles, pescado, carne, iba corriendo a llamar las empleadas para que llevaran todo para riba.
Cuando llevaba almejas, en unas fuentes mui grandes de esmalte con dibujos de carabelas, que habían traído de su tierra, iban para la cocina. Mi padre, cogía una la pasaba por agua la abría, echaba un poco de limón e comía algunas. Mi Madre siempre hablando, daba ordenes, preguntaba si la mesa estaba puesta, si mi hermano había venido de la escuela, si yo ya tenia las manos lavadas, bueno miles de cosas.
Mi Padre quitaba la chaqueta, andaba siempre de traje e corbata e marchábamos para el enorme comedor, con los gatos haciendo cola.
Me daba gracia el botón que estaba bajo la alfombra, mi Madre la pisaba para que sonara el timbre en la cocina, para llamar la empleada.
¿Segundos, minutos, eternidad? Todo he recordado, velozmente, pues mi compañero me fue a llamar, el desayuno estaba en la mesa. Le estuve contando e él también había oído el gallo. No, no había soñado.
Son de estas cosas que quito mi fuerza, aun que ya sean pasado, son el presente de lo que fui, de lo que soy, es mi mundo, mi libro de vida, es algo que nadie me lo puede quitar, solo Dios, si me borra la memoria, espero que nunca lo haga.
Pero agradezco de corazón tener la oportunidad de volver a ver e sentir como si fuera hoy.
Que pueda soñar siempre es bueno. ¡Está todo aquí conmigo!
Oporto, 26 de Setiembre de 2012
Carminha Nieves