Sobre una mesa dos cartas, ya muy prestar a escoger,
Por dos seres que se amaron, sin el futuro prever:
Cual dos testigos silentes, estas cartas representan los símbolos cara o cruz,
Una he de tomarla yo, la otra la tomas tú.
No te apresure a voltearla cuando la tenga en tu mano,
Que yo tampoco la mía la voltearé luego a un rato;
Y fijemos la mirada, mirémonos frente a frente,
Como si ya el ambiente, anuncie una despedida.
Yo te amé tu bien lo sabes y que no te quepa duda,
Que prefería la muerte a quedarme sin tu amor,
Y esa dos cartas silentes sea la tuya o sea la mía,
Dictaran cual es destino, favorable hacía los dos.
Adiós, no puedo decirte, sabes que el valor me falta,
Y se que lágrimas mías caerían sobre tu falda,
No se si te burlarías, al ver a un hombre llorar,
Pero es el corazón de un hombre humilde es el que llora,
Al ver que se queda a solas, su sentimiento de amor.
Tú eres mujer y muy linda,digna de ser pretendida,
Pero hay veces que se pierde mucho con la pretensión:
Te pretenden porque gustas, por deseo y por pasión,
Pero muy pocos pretenden a una mujer por amor.
Sobre una mesa dos cartas, que dictaran un destino,
O qué labrara el camino que vacío se quedó;
Cuando dos enamorados que soñaron para siempre,
No fueron una excepción, y el tiempo los separó.
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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita