Por las noches.
los recuerdos invaden mi mente.
Corríamos tratando de atrapar el fuego,
volando sobre horizontes en llamas
nos hicimos viento para alimentarlo
locos, diminutos y libres
pese a dolores añejos.
Tus ojos de oliva clara
cuantos valles me ofrecían.
Con los brazos extendidos al cielo
allí, me dices, desde el corazón del sol
hasta mis manos para moldear
tus milenarias gredas con mi fuego.
¡ Delirante alfarero !
el ardor de tu boca me ha tallado
las asas y el cuello, cual ánfora de antiguas tierras,
donde ha envejecido el mosto que te embriaga,
pleno de aromas nuevos,
de sabores salvajes y tan mios
que ni yo misma sabia que existían.
Amor de siglos, confieso que la raíz
del fuego que has plantado en mis entrañas
hoy crece como una llamarada.
Alejandrina.
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