Apoyado sobre la baranda
del balcón, contemplo la avenida.
En este, nuestro sexto piso.
El que fue en un tiempo
ya pasado nuestro piso.
El departamento donde vivimos
los más apasionados momentos
de amor. Buenos Aires...
la reina del Plata.
Los vehículos casi diminutos se ven.
Aquí nos sentábamos a contemplar,
charlando animadamente
sobre todos nuestros proyectos.
Que uno a uno fuimos
construyendo como gorriones
construyendo su nido de amor.
Qué felices fuimos...
Muchos años ya han pasado.
Corrientes, calle de ensueños.
Cercano al obelisco.
Nuestros teatros preferidos
Gran Rex y Opera...
Las marquesinas con nuestros nombres...
anunciando nuestras obras teatrales.
Los éxitos inolvidables que tuvimos.
Fuimos dos grandes más de la
escena nacional.
Cuántos se han ido ya.
También tú te has ido amor.
Al más allá...
Después de una exitosa noche.
Después de una gran fiesta.
Estabas tan radiante y hermosa...
Eras una reina. Y yo, al lado tuyo,
me consideraba un extra...
Inventábamos chistes sobre
mi dicho: " Soy un extra en la
obra que protagoniza mi esposa"
Fuimos los dos cabeza de compañía.
Dos célebres que después de tu partida,
me borré de la interpretación.
Nada he querido saber con
el arte de interpretar.
Me quedé solo en el escenario.
Me faltaba la estrella...
que eras tú...
Esa pelea que tuvimos después
de aquella inolvidable fiesta.
Pelea o llamémosle discusión,
que siempre teníamos
cuando tomábamos unas copas de más.
Esa noche, los dos estuvimos ebrios.
Comenzamos a discutir
por estupideces que a veces
los artistas matrimoniales
hacemos. Por tonterías.
Casos y cosas de la vida del artista.
¡Artista! Ya he dejado de serlo.
En parte todos estos seis años
que han pasado, me siento culpable.
Los dos estábamos alterados
y discutíamos, discutíamos prioridades.
Tú primero, yo después.
Yo primero, tú después.
Ególatras estúpidos.
Pelearnos esa noche por
cuál de los dos era el número uno de los dos.
Mi nombre o el tuyo.
El tuyo o el mío en la marquesina
de la próxima obra que
íbamos a representar.
Lo tuyo fue una locura que no pude evitar.
Tu suicidio... mi tormento.
Tu ausencia, mi remordimiento.
No tuviste que tomar esa decisión...
pero en gran parte te ayudó
el alcohol que habías ingerido.
Tal vez si yo no hubiese
estado en el mismo estado
de embriaguez, hubiese podido
evitar la locura de tu suicidio.
Después de tu muerte,
nada quise saber. Prácticamente
me he pasado todos estos años
aquí, encerrado. Casi sin querer
saber del mundo exterior.
Me he autocastigado.
Lo he logrado. Nada más quiero saber.
Mi inspiración ha muerto.
Solo espero mi final.
Varias veces he intentado
arrojarme al vacío,
como tú... pero he tenido
la cobardía de matarme.
¿Y esta es mi valentía por vivir así?
Mis colegas actores me han estado
llamando. Las estrellas también.
No los atiendo más.
Mi estrella preferida se ha perdido.
Se suicidó... se hartó...
¿De mí? No, estoy seguro que no.
Pero inconscientemente,
me digo que he sido partícipe,
sin intención de que lo hicieras,
de tu suicidio. Loco suicidio.
Y he determinado que éste,
mi suicidio en vida,
sea lento... hasta que llegue mi final.
Nada ya me importa.
Vivir o morir...
me da igual. No te tengo más.
Sé que estoy cometiendo una locura.
En vida. Tú cometiste la locura
de matarte. Buscaste la muerte.
Y fuiste hacia ella.
Tengo la cobardía del suicidio.
Pero tengo la valentía de seguir así,
sufriendo... ya mi corazón lentamente
se va debilitando...
De a poco me estoy matando,
viviendo. Con la pena de que
no estés ya más a mi lado.
Noches esplendorosas
que no han de volver.
Y no quisiera tener.
Hablo contigo Señor...
tú me dices que lo estoy
haciendo no es de mi conveniencia.
Y yo te respondo Señor,
que no quiero determinar
el día de mi muerte.
Mándamela tú, cuando tú lo decidas.
No lo tomes como un pecado.
¿Tú crees que con mi actitud estoy pecando?
No me respondes Señor.
Espero tu veredicto.
Ten piedad de mí.
Te amo, como amé a ella.
Pero me encuentro sin fuerzas de vida.
Sin ánimo de matarme.
Pienso que tú has de aceptar más,
este mi autocastigo,
que si yo me liquidase,
me suicide...
Solo espero la muerte.
Lo demás, para mí, no tiene sentido.
Espero, nada más... espero... mi final...
Todos los derechos reservados del autor ( Hugo Emilio Ocanto - 29/09/2012)