Era como un sueño,
estábamos ahí con las miradas confundidas,
con la conciencia perdida
en ese inmenso bosque de pasiones encendidas;
su lengua se asomo tentadoramente entre sus labios
y humedeciéndolos tiernamente,
con una suave caricia
matizada de malicia
se acercaron hacia mí;
encendió la chispa con un tibio beso
que fue tornándose intenso
como el calor en mi piel.
Me acosté sobre la hierba,
se arrodillo sobre mí
sus jóvenes pechos se veían
como diminutos montecillos
que se estremecían,
implorando el roce de mi piel,
pude ver,
como sus pequeños pezones contraídos
golpeaban contra la fina tela que los cubría
y con descomunal lujuria
hice añicos sus vestidos.
Aquella flor, con ansias se habría
destacando los pétalos que la cubrían
rojizos, suaves,
contra el perfecto canela de su piel
y los pétalos relucían,
como si hubieran sido regados
con un suave roció de miel.
No pude contenerme más
la oprimí contra mi pecho
no se hizo esperar el hecho
que no habíamos sentido jamás,
un grito se dejo escuchar
de dolor y de placer
el cual me hizo estremecer
cual turbulencia de mar.
sus caderas comenzaron a danzar
en un ritmo suave y caliente,
tu vientre contra mi vientre
melodía celestial.
el placer creció tanto
que no creí soportarlo más
entonces todo culminó
con un pequeño estallido de paz
delicioso y prolongado...
Te desplomaste a mi lado
descansamos así por un tiempo
tu rostro se recargo en mi pecho
y tus ojos me hablaron sin palabras;
por fin dejaste escapar
una frase de tus labios,
“siempre te voy a amar”,
y te soltaste a llorar
acurrucándote en mis brazos.