Entre los tres miembros de un deforme sueño,
vagaste mirando la oscuridad reunida en un puño fuerte y directo,
de tantas estrellas que iluminan el golpe recio,
despertaste, y como el big bang reconstruiste los espejos,
cumpliste con los bosquejos,
cargaste el pomo, las manos tan grandes y trémulas,
la boca tan abierta, la lengua tan morada,
el néctar baja, baña,
enjuga matreramente todas las intrínsecas miserias...
Las imágenes ya no se perciben con claras líneas,
comienza la incruenta carrera, la ceguera no es ayuda,
esta crece,
esta no disimula,
esta no espera;
los empellones,
el miedo,
la negación;
no se puede andar,
los caminos se hacen grandes, chicos,
las luces interrumpen los ojos,
se hace nada, se hace grande...
Los muros parecen de rostros,
se confunden con los ladrillos
los ojos miran, algunos indiferentes,
los tristes muertos cabizbajos de vez en cuando llorando por sus pasos,
sin decir nada dicen todo,
la esclava bestia sesteando después de la pútrida cena,
duerme o casi lo hace,
soñando consume el aire,
¡¿qué nuevas torturas rumiará
mientras permanece en los dominios de Morfeo?!;
sus bufidos descalabran el silencio de muerte,
a veces más toscos, por ratos más suaves,
descansa, cansado e indigesto,
descansa pero la ira ya comienza, ¡cuidado!...
Sigues infesto de confusión,
ya ni cuenta te das,
ya ni pasos tendrás,
solo portando el cuenco vacío de tu adicción,
solo estás,
motivado por la poca luz que quema tu conciencia,
que se apaga lentamente,
que se niega a morir,
caminas, casi cayendo,
gateas de a pocos,
te tragan los muros,
las risas como ecos,
los tristes rostros indiferentes,
los cucos te envuelven,
los cuervos, las manos que penetran,
las caras se acercan,
las lápidas anchas del mal sueño te atrapan,
ya no caminas,
ya no haces nada,
solo estás,
los sueños no son lo que alguna vez deseaste,
balbuceas de a medias una canción que ya nadie entiende
¡Cuidado!...
La roja bestia ya hinca con uno de sus cuernos,
tal vez los dos,
su negro hocico...
En un apagón de voz,,,