Estás en la brisa,
en la esperanza de los desposeídos,
en los ojos de una madre dolorida,
en la luz de la ilusión que danza hacia el mañana;
estás en el despertar de una mañana
soleada o lluviosa,
en la alegría que irradia la naturaleza misma
y en la solemnidad de los misterios y encantos
saturados de vida y de muerte,
estás en los errores y en las cualidades del hombre,
quien en su día a día, te busca con desconcierto,
con fé, con temor, con amor,
con constancia, con inconstancia...
En fin, estás en todas las cosas posibles,
para la emancipación del hombre,
a través del verbo,
porque en tu esencia,
eres el verbo mismo, hecho palabra
que enaltece al pensamiento, al sentimiento
y a la continuidad humana.