En noches de pasión e intenso furor,
mis deseos sucumben desde el interior,
de ese continente volcánico sumergido,
teóricamente creí ese apetito extinguido;
hoy pleno de pasión por fin despierta,
abriendo de forma dócil sus puertas
atravesando las paredes de ese umbral,
furioso y con la fuerza de un temporal,
intenta andar por esos relegados parajes,
trepándose por esos fecundos ramajes.
Siento como mi piel poco a poco se eriza,
con lo ardiente y suave de sus caricias,
sus ya ansiosos labios comienzan a hacer
un inusitado y muy puntual recorrer,
bosquejando un sendero figurativo;
hacia donde está ese mi tesoro furtivo,
siento ya lo encendido de su aliento,
quemando cada palmo de mi cuerpo,
y solo imaginar lo que pronto sucederá,
hace entre grandes espasmos mis ojos cerrar.
Me escucho llorar, entre gemido y gemido,
y el rápido cabalgar de mi corazón encendido,
lo hacen enérgicamente de emoción palpitar,
y de mis labios hondos e intensos suspiros brotar,
de improviso mi alma cual traviesa mariposa;
zigzaguea y en su ya ardido cuerpo se posa,
propagando sus ansias de un modo silente,
viendo como ya en sus ojos resplandecientes,
brilla la flama de una pura e infinita pasión,
la cual actúa en ambos como eficaz combustión.
Y en medio de ya apaciguados besos,
cobijada entre sus fuertes brazos me recuesto,
ambos extenuados entre dormidos y despiertos;
nos miramos a los ojos decimos al unísono,
¡ Que bello y apasionado es lo nuestro!