Reflejo del camino…
Transcribo los reflejos que llegan a mi mente.
Tan lentos… Y tan raudos,
como el tiempo pasa diariamente.
Los caminos recorridos al sur, tan al sur…de mi tierra.
Donde el frío cala el cuerpo llegando hasta los huesos.
Y al norte… Tan al norte donde existen esos desiertos otoñales,
viaja rauda mi memoria cuan frágil, mecida e inquieta
recorre senderos que alguna ¡vez!, fueron sus senderos.
El viento mece lentamente los empinados árboles
ramas erguidas buscando alcanzar bendición divina.
Las aves aun no retornan a su nidal.
Viaja tan presurosa mi vista,
mientras mi sur hecha raíces en mi raudo caminar.
Le quedan pocas horas de vida al invierno
aferrándose a la existencia eterna,
la cálida primavera con suaves toques florales
busca apoderarse del universo,
y con sedosos toques irrumpe lentamente.
Los campos cual lienzo enverdecido
Se retoca de amarillo color,
como ensueño de oasis terrenal,
el aromo perfuma la llanura
entre pinos frondosos de gran estirpe.
Mi vista absorta sobre aquel sendero
dividido por ríos cristalinos que brotan de las montañas,
su claridad solo deja ver la abundancia rocosa
cantan llorosas en su rápido pasar.
El caudal no cesa, emprende carrera hasta mar abierto.
Los campos esmeraldas de antaño,
observados por lejanos cerros nostálgicos
en silencio absoluto, yacen sin explotar.
La nieve dispersa pregona esplendor,
el aire frío ¡tan frío! en lucha continua con el astro sol.
la altiva tierra en alta cima, exhibe trofeo arcilloso
y entre gritas diminutas, nacen inminentes vertientes
tan puras y cristalinas que en picada hasta el sendero expiran.
Entre nubes de algodón el cielo celestino cubre y envuelve
la esencia de la tierra, retumba el eco tras estruendos giratorios
de mi sendero, como corriente marina balanceadas por las olas.
Cae el velo oscuro de la noche adormeciendo los sentidos
las imágenes de mis ojos extasiados... se gravan en mi retina,
la luna levemente ilumina el sendero, sin llegar a rumbo seguro.
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