Me das pie a un camino
que no tiene llegada,
que carece de meta,
de bandera y de patria.
Me hipotecas el pecho,
me subastas las ansias,
y modelas mis sueños
como barro las aguas.
Yo te inundo de versos
con mis pobres palabras,
mientras hielas mis venas
como campos de escarcha.
Le das pan a mis penas,
le das hambre a mis ganas,
y pronto caigo en la cuenta
que tu amor es mi sarna
pero eso no importa
cuando de veras se ama
pues el dolor se transforma
en un ángel que canta.
En nuestro viejo silencio,
en nuestra larga distancia
son tus besos sin labios
de mi boca las llagas.
Telegrafío mis poemas
desde un puesto de lágrimas
hasta un pozo sin aire
donde anidan las larvas
de insectos obscuros
que devoran mi calma.
Haces tanto mi poco
haces todo mi nada,
y en mitad de mi loco
ardes como una llama.
Lanzo al aire monedas
que carecen de cara,
por lo tanto mi suerte
siempre cae en la trampa
de querer abrazarte
como a la nube la malva,
como el náufrago al aire
como al viento la rama,
como al cielo infinito
la golondrina sin alas
o como el mar a la roca
con sus brazos de alga.
Quiero entrar en el espejo,
de tu casa encantada
y ser el último sueño
de tu noche estrellada,
pero tú no me quieres,
pero tú no me amas.
Me dictas palos y piedras
que fieramente redactas
en mis carnes abyectas,
bajo tus yuntas exactas.
Das infierno a mi cielo,
a mi paz das guadaña,
me trepanas los tuétanos
con tu imagen de daga.
Me das diente por labio
me das nieve por alba,
borras cielos y astros,
niegas mares y playas,
bebes luz de relámpago
y en un rayo cabalgas.
Eres como una sombra
que me sale del alma,
un amor imposible
que la vida me arranca.