Así como desciendes
(el pelo suelto confundido en tus pupilas)
entre los chasquidos ruborizados de las sombras
apagándote
en un escape de sílaba carcajeada
olvidándome en mi mirada
te meces orgullosa
desnuda
levantando tus piernas hasta el mentón
en los alféizares del deseo
que descansan de su caída al vacío
(Kabalcanty. 1993)