Oscar Perez

La soledad y Dios

La soledad y Dios

 

Creció la soledad como las ostras,

perlas blancas que nadie disfrutaba,

allá en lo oscuro el mar ni las besaba,

y algún ahogado sólo halló sus costras.

 

Creció por la ciudad, cual las mangostas

que todo devoraron tras su aldaba,

alguno incluso se ofreció sin traba

a aquel banquete de sueños y bostas.

 

Creció en la multitud, bancos y postas

llenáronse de heridos que dejaba,

las calles se volvieron más angostas.

 

Y tanto que ninguno ya esperaba,

así la soledad amplió sus costas,

a Dios yo le avisé, pero no estaba.

 

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27 09 12