ALVARO J. MARQUEZ

AMORES DE ESCLAVOS (Historia, primeros 2 capĂ­tulos)

JUVENAL E ISMALIA. Capítulo 1


Ella muy joven y él también, están enamorados,

ambos son esclavos en haciendas muy diferentes.

De hacienda a hacienda están muy comunicados,

sólo la idea de estar juntos pulula en sus mentes.

 

Ismalia está en la propiedad del Barón Macedo,

hombre muy cruel y al dolor humano indiferente,

todos lo respetan porque les infunde miedo

y deja claro que para él, esclavo no es gente.

 

Juvenal está en la hacienda del coronel Sousa,

un hombre que es justo lo contrario del Barón,

la bondad sobre sus trabajadores siempre posa

y muestra en su trato, que tiene un corazón.

 

Ese romance a distancia se va haciendo conocido,

porque en ambos el sufrimiento es muy visible,

se trata de un gran amor que se ha fortalecido

y no por ser más fuerte deja de ser imposible.

 

Tan cerca que están y a la vez tan lejos,

es duro para los dos el no poder ni acercarse,

siempre entre ambos se notan mucho los reflejos

del deseo infinito que tienen ellos de abrazarse.

 

Ella desnutrida, muy mal vestida y maltratada,

víctima desde que nació de una triste realidad,

no tiene prácticamente derecho a casi nada

y no sabe lo que es eso que llaman libertad.

 

Juvenal mejor vestido y bien alimentado,

trabaja para quien no lo llama nunca esclavo,

aún como sirviente, casi como hijo ha sido tratado

y sirve con amor a quien bien lo ha cuidado.

 

Dos realidades distintas, ella está prisionera,

él a veces sale y aprovecha para oculto verla,

unas rejillas los separan y no existe manera

de que él pueda al menos un poco tenerla.

 

Una historia de amor entre ellos ahora empieza,

lágrimas en los ojos de ambos caen sin cesar,

por ahora sólo reina la impotencia, la tristeza,

pero algunas cosas importantes están por pasar.

 

No permitirá nunca el odio infinito del Barón

que su esclava se una con un sirviente del coronel,

por envidia de que en aquella casa haya compasión

y no un poste de castigo como en la de él.


Muere el coronel. Capítulo 2


Amanece en la hacienda del coronel y todo es normal,

cada sirviente atendiendo a lo suyo con mucho amor,

todos allí aprecian su bondad de una manera tal

que le hacen las labores con mucho gusto a su señor.

 

Todos los sirvientes tienen su casa bien construida

en donde viven con su familia en total armonía,

Juvenal piensa mucho en el amor de su vida

pero no por ello descuida sus labores del día.


Está el coronel Sousa recorriendo su hacienda

y no se siente bien, hay un dolor en su pecho,

en el lugar donde está no hay quien lo atienda

y cae adolorido justo sobre su brazo derecho.

 

Pasan algunos minutos cuando llega el capataz,

el coronel yace en el suelo sin sentido,

dan la voz de alarma, la tensión crece más y más,

lo llevan a su casa y su esposa los ha recibido.

 

Llaman a un doctor a atender la emergencia,

el coronel no habla, tiene sus ojos abiertos...

El médico hace lo que puede hacer la ciencia,

pero los diagnósticos son muy inciertos.


Su esposa le habla, su hijo acaba de llegar,

pero el coronel a ninguno le contesta...

Minutos de angustia no cesan de pasar

y de parte del coronel no hay respuesta.

 

Aumenta entre ellos la desesperación,

tratan de reanimarlo pero no reacciona,

sus ojos abiertos parecen captar la situación

pero la fuerza al parecer, lo abandona.

 

Sufre la familia adentro, afuera los sirvientes lloran,

sus ojos son cerrados por su esposa...

el coronel reconoce el rostro de quienes lo adoran

y de su pareja no olvida su voz tan hermosa.

 

De pronto siente como si lo cambiaran de lugar,

al cerrar sus ojos ocurre algo como un traslado

y cuando al fin sorprendido logra despertar

nota con asombro que se encuentra en otro lado.

 

Aquello no le parece real, no puede haber pasado,

ve a su madre que ya murió y no le parece cierto,

“Madre, tú estás muerta ¿cómo estás a mi lado?”

“Ven a mis brazos hijo mío, tú también estás muerto”.


Continuará...