NADA QUE ALTERE EL RITMO
Nada que altere el ritmo de la vida pasión
puede ser subjetivo, solamente distrae
a la mano que debe propiciar ciegos cambios,
que son gritados desde la inconsistencia anónima.
Por tantos indigentes que se encumbraron dentro
de donde solapados aparecen los dioses,
que juzgaron al aire que limpia pedestales
conseguidos por los secretos ignorados.
El fajín distintivo de los grandes cerebros
es máxima prebenda de la gran ensoñación,
de los que consiguieron ir adecuadamente
en la pomposidad que el instante requiere.
Si la casualidad y conmemoración
hace inviable la puesta en tensión de la obra,
que no estará conclusa aunque pasen los siglos,
porque no faltará nunca quien la requise.
Arrogar para si, siendo del colectivo,
no son los generales que visten chatarreras
ganadas en batallas donde dieron la cara,
matando a las personas hambrientas de derechos.
¡Que va! son esos pálidos, los llamados políticos.
Conversos agitados con bandera patriótica,
la llave capaz de abrir las cerradas molleras
adormecidas, van recorriendo caminos.
Para llegar a la confluencia por donde
transcurren los errores, camufladas sonrisas.
Y las muecas malignas, inyectan martingalas
que conforman el coro coadyuvante eterno.
Para demostrar que apoya a la mayoría,
si da el alma diabólica a cambio de su amor.
Cuantos segundos quedan invalidados todos,
por los minutos que aguantaron su tiempo.
Cuando esperan a los golfos en su sillón
de nácar, mientras hacen cuentas del capitán.
Esperando que las horas, madres de los minutos,
sean capaces de bordarle los pendones.
A los guerreros dedos tiesos y amarillentos,
que forjan y cavilan, con figuras pintadas
sobre el papel secante le ayudan a avanzar,
revolución que nace llenando el mundo ciego.
Y de antemano los perdedores ya gimen,
sumidos en su sima donde la luz se niega
a suministrar la claridad que amanece
su mundo digno igual aunque desfalleciente.
Pero están aferrados a la única vereda
que protege el camino que pisan los descalzos,
cuando transitan hacia el reino sinrazón,
relumbra inalcanzable siempre en la lejanía.