¿Por qué seré yo un extranjero...
en esta tierra inhóspita y vulgar
que provoca en mi tanto desvelo.?
Soy como una gota más echada al mar,
como un estímulo secreto que en su desdén
es un náufrago perdido en la neblina de la vida,
una soledad en la misma nada
impávido semblante del silencio,
desolación y melancólica añoranza
de un supuesto camino hacia el futuro.
Soy océano interminable como todos
y soy cielo neblinoso en mi sendero
voy porque voy y no me entrego.
a ser un barato ciudadano de lo profano.
Comprendo el incesante pendular de nuestro mundo,
que se extiende entre lo malo y lo bueno
sin siquiera reclinarse en lo correcto.
Qué esté rodeado de injusticia es un suplicio,
que el hombre se recueste en su demencia
es un sin nombre que se esconde en la mentira
restándole importancia a la querella.
Apenas si entiendo todavía
esa maldad que se despliega entre osadías,
descontando en sus profanas intenciones
la importancia de ser humano entre los hombres.
Encuentro a cada paso de la vida
parsimoniosos detractores de la armonía,
desquiciados guerreros de la inmundicia.
Pero soy yo el que se arroja con fuerza en este mundo
pretendiendo aun con ilusión cambiar la historia
y sé que hay otros que en el encuentro
habremos de surcar caminos nuevos
Ver en los jóvenes una esperanza para el futuro
abrir los ojos entre la ventisca del desierto,
y siendo un naufrago en este mar de vano oleaje,
ser además una brisa que calme el rumbo
lanzando paz entre los vientos de la existencia.
Aun entiendo poco de esta vida
comprendo menos al hombre en su desidia
y en medio de la zozobra existencial
me repugnan los inquisidores del sistema.
CARLOS A. BADARACCO
1/10/12
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