Poker de Ebrios.
De bronce y porcelana asomaba su dentada,
con carcajadas graves y las babas encajadas.
Enrojecida la cara con vaivenes de la espalda,
arrugaba la frente mientras de risa lloraba.
Como coro enardecido y mohines de nostalgia,
el cuarteto de beodos acercaban las distancias.
Las botellas de aguardiente en las manos paseaban
y canciones del recuerdo en sus bocas resonaban.
Esas risas casi amargas con las siluetas borradas,
las penas olvidadas y el alcohol como sonata.
Las alforjas vacías como cisterna sin aguas,
los leños en las ascuas, como libro que son llamas.
Cuatro sombras del pasado, olvidaron sus moradas,
canturreando a la noche que es su única patria.
De profesión, soñadores, que remojan las barbas
estridentes en sus gestos, sus vidas y sus almas.
Los canes a sus pies y el frío a sus espaldas,
qué importa el recuerdo que nació cuando él no estaba,
ni las penas de otro tiempo que con licor se apagan,
dos suspiros, cuatro toses y a seguir con la chanza.
En la oscura noche en llamas, las cuatro figuras claman,
por encontrar ese punto que convierta el suelo en cama.
Quieren volver al sueño que es la vida en su calma
y devolver a sus cuerpos, lo que antaño fue bonanza.
Autor.- Rafael Rivas.
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