Me niego a olvidarte,
primer amor,
a borrar el primer beso tuyo,
ese que aún oscila
en la comisura de mi boca
y tantos otros no dados,
pero que las madrugadas
siguen pariendo desde
mis profundos silencios.
Allí donde el recuerdo es porfiado
y acelera el reloj de arena
en mis riberas como un maniático perverso,
cuando escribo tu nombre
para luego ver como las olas lo borran
dejando una lisura inquietante
al fondo de mis ojos.
Me niego a cerrar las huellas de tu piel
por donde me deslicé fugitiva y fresca,
casi una niña aún sabiendo a
cerezas maduras y rojas,
tan rojas que te manchaba el pecho
con una estela purpúrea de infinitud.
Me niego a bailar un solo
de tristes melodías,
a ser sin serlo,
con caretas aprendidas de memoria
a dejarme manipular los hilos,
desarticulada muñeca,
a poner cercos a la risa innata,
solo porque la amargura que me rodea
es espesa niebla que amordaza.
Me niego rotundamente
a la oscuridad de los rincones,
a la hilaridad de hienas
que me miran con celoS.
Me niego a liberar
mi promesa de guardarte
en lo recóndito del corazón,
y a sepultar mi niñez.
Me niego al destino trazado
por negras manos a dejar de construir
primaveras en pleno
invierno del alma....
y por ultimo me niego
a perder la esperanza de alcanzarte.
Alejandrina.