Me miras…
desde tus ojos de infinita ternura,
tocando en el silencio de las almas,
el verbo del amor que nos estalla.
Me acaricias…
llevándote en las manos
la soledad de tantas horas.
Vienes conmigo amor atardecido
en el rojo poniente del ocaso,
me sostiene tu abrazo,
ese abrazo seguro,
donde mueren las dudas
y amanecen tus labios.
Copula encendida de palomas que arrullan,
tibio setiembre se despide,
enredado en las sombras,
puedo descansar mi cuerpo en tu costado.
Nada me sorprende,
ni te sorprende amor,
estas conmigo…
mojándonos los pies,
tibios, seguro abrigo,
de sentirnos imperfectos y humanos.