Roberto Reyes Cortés.
5º.reyes.
Hablarán de mí
cuando me muera.
Cuando ande
a solas con el tiempo
bajo el umbral
que cubre esa morada
con mil cuerdas infinitas
del silencio.
Cuando olvidado
se encuentre el día
en que mi vida
se inició por un desierto.
Hallarás mis versos,
sirviendo su papel
como envoltura
de un kilo de frijol
o de verdura.
En cualquier lugar
de este universo,
en otro mundo inferior
u otro concepto.
En pobres fojas
están escritos mis poemas,
rodando la pendiente
inacabable del tormento.
Los verás siendo verde yerba
en espléndida llanura
aflorando en el aroma
inconfundible de la tierra..
Aquellos que escribí
colmados de ternura,
o los que fueran tema
de rústica locura.
Los que se dedicaron
a los astros, a la luna,
quizás a una mujer
que fuera mi fortuna,
o los que mal paridos,
yacen enterrados
en cualquier pantano
o inhóspita laguna.
No todos han de perderse
como he perdido el tiempo
que tardé para escribirlos,
alguno,
recordará cosas muy bellas,
otros llegarán al fondo
de tu alma como estrella;
o como bálsamo
que alivie tus heridas.
Quizás como recuerdos
de cosas que marcharon,
y que ahora ya no están,
se marchitaron
igual que hojas de los árboles,
destruidas.
Difícil arte de aprender
a hablar consigo,
platicar contigo mismo
es raro oficio.
En él,
todas las palabras
son comprendidas,
valoradas, exhibidas
en su real extensión;
porque ese soliloquio
exige decir lo que tú sientes
y esas son cuestiones serias,
que dicta el corazón.
Siguiendo confesión
tan repentina,
pienso en escribir
sobre mi muerte:
Que para nadie
será nada que importe,
será un hecho común
y tan corriente.
como que la vida termina
para siempre.
El día nacerá
cual es costumbre,
saliendo el sol brillante
por lo alto del tejado,
los pájaros cantaran
sus dulces trinos
y el viejo mercader
irá al mercado.
Y la vida,
el amor y la flor
vendrán a verte.
La bañera, el sueño,
la plazuela y el desvelo,
la carga del trabajo
y la música sonando.
Tendrás que verte hoy
con aquel tu ser amado.
Unos cuantos amigos,
comentarán tu historia,
y las bromas correrán
en voz muy baja,
dirán cual es el apodo
que te clavaron en la escuela,
y preparándose
con cuidado y con esmero
un cortejo de hombres
de uniforme;
se aprestan a llevarte
hacia el sepulcro.
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