Dejaste ver tu costura, como los trajes bordados,
Que por fuera son sutiles y por dentro arrugados;
Así te comparo a ti, porque la razón me obliga;
Y tal vez ya te he perdido, como amor y como amiga.
Que tan fácil me olvidaste, con tan sólo tres semanas,
Ya ni te acuerdas de mi, y eso a mi alma profana,
Porque yo soñe que amarnos, sería por largo tiempo,
Y el tiempo a sido testigo, que tan sólo tuve un sueño.
Pero si vamos a ver no tengo porqué asombrarme,
Pasan cosas que no pueden hacer a un hombre cobarde,
Hay que seguir batallando, más cuando el dolor te abate,
Y mirar al horizonte, con el corazón que aún late.
Eso si, de ti jamás, te imaginé ser tan cruel,
Y aquellas palabras tuyas, jurándome tanto amor;
Se esparcieron cual cenizas de Volcán en erupción,
Convirtiendo todo a nada como lo hace un temblor.
Que tan fácil me olvidaste, terminó aquella ilusión,
De tenerte entre mis brazos hasta el final de los dos;
Pero por bien o por mal para quien es convenido,
De eso si estoy convencido, que eso lo sabe Dios,
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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita