Y el poeta le dijo:
- te escribiré amada mía!
y la amada respondió:
- te esperaré noche y día!
y el sol los besó
acercando las caricias
de las manos lejanas
que se extendían.
La lluvia cayó
en ambos hogares,
deshojaron margaritas
como dos colegiales,
hicieron poesías
batiendo a los mares
y soltaron corazones
de papel por el aire.
Más el aire,
pobresito, es sólo aire,
y las poesías, pobresitas,
son de nadie,
ni pudo el cielo
con sus estrellas consolarles,
ni pudo el sol
sus corazones calentarle.
Un día el poeta
no escribió más nada,
y unas noches se olvidó
de esperarlo su amada,
y los ojos cansados
del cielo miraban
queriendo alcanzar
lo que nadie alcanzara.
¿Cuánto dura el amor?
se preguntó el poeta,
¿cuánto espera una amada?
indagó ella inquieta,
y en la noche observaron
a la misma estrella
suspirando al olvido
de él y de ella.