Sostuve un deseo en mis manos, durante tanto tiempo...
Mis noches oscuras fueron eternas, tal vez la más fieles compañeras de mis ilusiones rotas...
Tantos sueños que se hicieron poesía, sobrevolaron el cielo que siempre me contemplaba sola... y caían, a veces entre la lluvia, a veces entre albas grises, en una descolorida alfombra de silencio...
Porque al final... la noche con sus hermosas estrellas es refugio de tantas ilusiones y esperanzas... y más fiel que oscura...
Tejía y tejía instantes... y mi corazón soñaba... con un amanecer ardiente, dulce... entre los brazos de la madrugada...
Con un amor que me quite el aliento... que se entregue a mi, descubriéndome por dentro... que me aflore la ternura, y desarme mis miedos...
Y llegaste a mi vida... a mi noche oscura... Como un radiante sol, que encegueció mi oscuridad... Que me acarició por dentro, con sus rayos de luz, inundados de vida, en los que volví a nacer...
Fue de madrugada... Te adentraste en sus calles y robaste mi corazón... Con una mirada, con una sonrisa... que se enredó para siempre, en los albores del primer amor...
El deseo, melodía de la pasión, se adentró en cada resquicio de mi interior... Te besé, te abracé... y me dejé llevar, por vez primera, por mis instintos de mujer enamorada...
Tu amor... estremeció mi alma de niña... desnudó mis emociones y mis andares de soñadora peregrina...
Tu amor... Alba de sueños que me encontró esperándote...
Ven, quiero amarte... llévame contigo... y que la noche nos extrañe.
Ceci Ailín