¿No te cansas de estar triste, mujer inquieta?
¿O acaso no basta el tiempo que has estado
sufriendo de falta de alegrías?
Mujer inquieta,
mira a tu alrededor y observa la vida
que se abre y se multiplica,
a pesar de las guerras y de las mentiras,
de la televisión y las manipulaciones.
Mujer inquieta,
la tristeza no tiene por qué cubrir tu cielo,
ni tiene por qué cerrar las puertas,
ni tus ganas, ni tus ojos.
Te invito entonces a recoger con tu mirada
las cosas que aún brillan
y se mueven en la espesura;
a resguardar las gotas de alegría
que andan por ahí
dispersas alrededor.
Mujer inquieta,
la vida no se apaga con momentos grises
sino que continúa
a pesar de las bajezas y de las penas.
¿Acaso no es mejor aceptarlo y seguir caminando
con la vista al horizonte
en lugar de dibujar una burbuja
que tarde o temprano te asfixia?
La vista al frente, mujer inquieta,
al frente y pisando las tristezas,
sin resbalar,
sin tropezar,
sin escapar ni hundirse jamás.