Al echar el ojo
a tu figura seduciente,
sentimientos descubiertos
pululan en la psiquis.
Un huracán impaciente de antojos
se desborda
envolviendo liviandades.
Se aviva la antorcha del erotismo
dormido en lo nebuloso
de la consciencia.
Ardiente la boca,
el hervor de tus labios busca,
seduciendo las verdades de tu celo,
y descubrir sus sagradas
humedades,
al caminar por la vía
de tus orgullos escondidos.
Entreganse al fin
nuestras enardecidas natulalezas,
reburujadas
en lucha placentera, siempre anhelada.
Hermosa mía.
Si achicharrarme en el infierno
¿Es estar en tus brazos?
Jamás, ir al cielo,
deseo.
bambam