De una amarillenta fotografía
de un grupo de queridos muertos
brotó despacio la melancolía.
Con dedos blandos y expertos
transfiguró el mezquino presente
en un pastiche de recuerdos sueltos.
Que cual hijos pródigos de la mente
retornasen, para aliviar del fracaso
o el cansancio, al jodido viviente.
Volvió a narrar historias el abuelo
poblando, aquellos lentos días
de titanes humildes y proceder honrado.
Volvieron en tropel las alegrías
de vacaciones escolares en provincias
La casa grande y con muchas puertas.
Volvieron el patio y las gallinas
La abuela que nunca se enojaba
El limonero furtivo de las vecinas
Y los amigos con la cara desdibujada.
Volvió aquel tío como un niño grande
que nos llevaba a todos a la playa
cual flautista guiándonos para siempre
al mar irrepetible de la nostalgia.