Mario Santiago

Manzaneda

De una amarillenta fotografía

de un grupo de queridos muertos

brotó despacio la melancolía.

 

Con dedos blandos y expertos

transfiguró el mezquino presente

en un pastiche de recuerdos sueltos.

 

Que cual hijos pródigos de la mente

retornasen, para aliviar del fracaso

o el cansancio, al jodido viviente.

 

Volvió a narrar historias el abuelo

poblando, aquellos lentos días

de titanes humildes y proceder honrado.

 

Volvieron en tropel las alegrías

de vacaciones escolares en provincias

La casa grande y con muchas puertas.

 

Volvieron el patio y las gallinas

La abuela que nunca se enojaba

El limonero furtivo de las vecinas

Y los amigos con la cara desdibujada.

 

Volvió aquel tío como un niño grande

que nos llevaba a todos a la playa

cual flautista guiándonos para siempre

al mar irrepetible de la nostalgia.