Ayer en un huerto ufano
un jardinero las flores que cultivaba
con esmero y con afán
vino el tremendo en un vuelo
vino con manos de gavilán.
La porfía del impío
tiene un precio algo cruento
desangra al débil, el indefenso
las lenguas vienen y callan
las águilas miran y se van.
Lo que se cultiva eterno
parece en germinar,
no lo vengas a arrancar
con nubes de cementerio
pardo, pide por tu alma alto,
arranca de tu mano el fierro.