Poemas para el alma

Hablándole a una pequeña (en memoria)

No es inspiración lo que me sale,

no es algo que viene del aire,

no es la musa que me dice vale,

es decirte que no estás sin nadie.

 

Tu poema me dejó muy triste

porque lo terminaste con muerte;

esa mujer que odio pero sentiste,

en tu rompecabezas, ella es inerte.

 

Nómbrala como sea pero no será

el paso que te domine pues vivirás.

Sos una flor, del cerezo, y crecerá,

con la belleza de tu alma lucirá.

 

Mis ojos se revelan ante tu dolor

y queman sus lagrimas en súplica

sacando tenacidad por tu valor

para acompañarte pues lo duplica.

 

Nada, pero nada tiene que mojarte;

ni la oscuridad o lo intrascendente.

Los kilómetros me hacen desearte

que estés mejor, sabiéndote fuerte.

 

Pequeña mujer de los kikoretes

no venzas porque te deseo ayudar.

De no ser así, comando de bufones

será el precio, para tu sonrisa curar.