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Hijos de...

 

Hijos de madre capaz...

madre capaz de palabrería,

madre parca en bondadosa enseñanza

y enjuta de miras.

 

 

Perros con afilada y tenaz dentadura,

de mandíbula férrea,

que al apresar desgarra aquello que pilla.

 

 

Progres de otrora que ya desistieron,

que aparcaron sus reivindicaciones,

y hoy; son tiburones cosmopolitas

jactándose del poder, soporíferamente,

con la vara de mimbre, estipulando;

impuestos desafiantes, y leyes sobornables

sobre cómodos butacones.

 

 

Los hijos de otros hombres que ondearon

la igualdad por bandera.

Hijos con una astucia racional,

pero, a su vez, zorruna.

 

 

Cazadores que cazan desleales,

y utilizan como cepos:

maquiavélicas argucias.

Leñadores con hambre de madera;

cuales talan con hachas robadas en aldeas;

los bosques y las selvas que viviendo respiran.

 

 

Seres de naturaleza enranciada y esquiva,

hijos de otros hombres,

que hacen de la presente fortuna,

suerte ladina,

 

suerte que quiebra tobillos, ¡el paso!,

dando pie a un sucio diálogo con el destino,

y entonces se barran, las mejores rutas.

 

 

Obligando al dolor, a que el infortunio,

sea el habitual retrato,

que quede, claro enmarcado...

escondido en el sótano

o perdido en la trastienda.

 

 

Hijos de un adonis narcisista,

de un Baco artificial

que rehúsa beber el vino de sus viñas;

y que, coito tras coito

a Venus y Artemisa desvirtúa.

 

 

Hijos irresponsables, 

padres del adictivo, del sumo consumo,

que asumen competir

bajo efectos del sorbo de un éxtasis,

más bien hitleriano, anfetamínico,

de todo menos budista.

 

 

Cuales experimentan con el resto de seres

llenando sus particulares arcas;

con la transgénesis alimentaria

y medicamentos obsoletos inoportunos,

que solamente atienden a anuales beneficios.

 

 

Hijos de un "dios" muy atrayente (para mi, poco convincente)

desconocedores del hombro con hombro,

de la verdad que hace grande a un equipo,

que omite el saber de aguadores y de arrieros,

y que jamás se paró a escuchar el eco del pozo.

 

 

Hijos de un "dios" que olvidó la voz de su creación,

e hizo olvidar a sus hijos la potente voz de sus abuelos.

 

 

Hijos amnésicos por la avaricia,

que insertan monedas, de continuo, en las tragaperras,

y dan cabida a las segundas residencias,

al lujo de doscientos caballos

e invocan a la fantasmagórica publicidad y al neón.

 

 

Hijos amnésicos hasta de la lumbre de la vela,

que amarillenta fogonea entre recios y anchos muros

de encaladas casas de piedra con olor a leña.

 

 

Hijos del suplicio del que nace la soledad,

no la maestra y grata, aquella aberrante, del individuo.

Alrededor suyo...insignificantes hormigas,

extraños cuales no merecen ni el saludo.

 

 

Hijos de la especulación,

del tráfico de influencias,

de manos embrutecidas pero enjabonadas.

 

 

Hijos del delito sin condena,

que se pavonean de su infinidad de tréboles

afianzados en una corona de llanto ajeno

hecha con diamantes y rubíes,

próximos, que palparon aterrados;

la inseguridad, la precariedad y el miedo.

 

 

Hijos que se desmarcan ante la palabra genocidio,

que bajan su mirada y al tiempo le dan la espalda

al horrible y laboral infanticidio.

Hombres a cuales les significa un trabalenguas

pronunciar humanidad,

 

 

que pululan, intocables, por las capitales;

las de aquí, y por las de allá;

almorzando con proxenetas,

con traficantes de armas,

con diputados y congresistas,

que pregonan la paz y fomentan guerras

también con estadistas y monarcas cínicos

que manipulan el estramonio

y el arsénico a su antojo

mientras pautan reformas a convenios.

 

 

Hijos de pe...de peculiar raciocinio,

buscando el cáliz, el elixir de la eterna juventud,

la flor de la inmortalidad.

Buscando el vanidoso reconocimiento,

pero, sus verdaderos rostros nunca presentan;

 

 

por ello; no podrán encontrar su camino.

Por ello jamás se precipitará el edén

en alguna de sus aventuras.

 

 

318-omu G.S. (Bcn 2012)