He tratado de golpear las olas con mi pecho
y devolverte las ondas de esta inspiración
pero descubro la rutina solitaria
en el transcurso del vaivén de los días.
Sobre todo la nada es más real
en el dominio de los sentidos,
el cuerpo orbita anestesiado
y sin gota de vino.
Me apresuro por tu fiel espacio
que esencialmente nunca he entendido,
suplicándole al vacío,
supurando dura nostalgia;
desgarrando al corazón conmovido.
Desde aquí lanzo lo diminuto
lo inmenso, lo infinito...
lo desconocido.
Desde aquí te abarco sin atraparte
sin escaparte, ni contenerte...
sin sobregiro.