Tranquilo pasaba el día
entregado a tal estado,
levitando en la apatía,
elección: estar tumbado.
Fin de fiesta, un aviso
origen de mis descuido.
No ser sin nacer sumiso,
obligado, compungido.
¿Dónde fue mi autoestima?
Incinerada aún sostiene
cascotes de un alma en ruina
tratando aún, de convencerme.
¡Ay de mí! broza recojo;
donde hubo diez, solo hay una
o, tal vez, ya es un matojo
resta y resta y nunca suma.