Y bajo ésta copiosa lluvia sonreí,
salté y tarareé disfrutando su
torrencial milagro que corría sobre mi;
mientras veía a la gente correr
para refugiarse de ese milagro del cielo
llamado lluvia pensé,
¿por qué correr de ella?
¿por qué no disfrutarla?
¿por qué no permitirle hacerme sonreír
como cuando era niño?
Y entonces salí a empaparme de ella,
caminando lento bajo su copiosa caída la disfruté,
mirando al cielo para sentir sus gotas
caer sobre mi rostro que lavaba y entonces... sonreí,
y al saltar sobre los charcos y riachuelos
que se formaban en la calle, sonreía más;
y la gente que escurría bajo sus refugios
extrañada me veía,
creo que olvidaron disfrutar de este milagro
llamado lluvia y entonces, seguí sonriendo.