He tardado.
No te enfades.
No entendía mi voz, ni mi mirada,
ni el tamborileo de este corazón.
No veía luces ni sombras.
No sentía frío ni calor.
A veces, al alba me sorprendía despierto
y cuando el sol declinaba, me oía suspirar.
A ratos, mi mente desaparecía
y mis pensamientos... me pregunto dónde fueron a parar.
Las confesiones suenan terribles,
aunque en el fondo solo sean trozos de verdad.
Es difícil entender los orígenes
cuando escapan a la ciencia.
Hoy me ha querido alumbrar una luz.
Perdóname por no haberme dado antes cuenta:
me gustas tú.