La flor del cerezo
envuelta en primaveras
se enamoró del otoño
en noche de luna llena.
Con su porte de princesa
y con su vestido blanco,
en brazos de una suave brisa,
se puso a volar con él muy alto,
muy alto, muy alto....
Se fue la novia con su ajuar
y se llevó su simpatía,
sus letras aún no escritas,
sus sentimientos y sus penas
y una entereza sin igual;
pero nos dejó una estela
en este fugaz camino,
guía para los que con paso cansino
aún vagamos por esta querida Tierra.
Que en tu nueva morada
te inunde la alegría
y espérame a la puerta
para de nuevo abrazarte, amiga mía,
con todas mis fuerzas
en ese no muy lejano día
en que llegue mi alma
temblorosa y fatigada
buscando la esperada eterna vida...
¡¡Hasta siempre,
mi querida "Peke"!!