... Es hereditaria la muerte
del sonido involuntario
que dejas cuando despiertas
hasta el dormir que escribes-
-La escritura que inhalas
la narrativa que sueñas-
A una futura narrativa
de girasoles moviendo sus cabezas
a un sol taciturno por la quemadura que lleva-
Y dibujas el ocaso enterrado
en la asfixia de un mar perdido
de entre el horizonte límite
de pequeños suspiros de la noche-
Te dibujas ida, la libertad de cabellos
amarrados a las manos de árboles
injertas en los frutos en cenizas
desde un presente herido
un presente en sangre,
un presente
encerrado en una botella de mar
un presente híbrido
en la resonancia mixta
de ir volando cayendo;
y sentir muriendo,
dibujar quemando tus obras
y quedar atrapada en la muerte indómita
ya cuando no sabes del tiempo
y el tiempo te lleva,
de entre una muerte
ya heredada por la vida...
Y no queda más narrativa que contar tus huellas
tatuadas a la orilla de un poema diluido en lágrimas,
entre el aceite de la piel expuesta a un sol moribundo
cuando el ocaso reintegra la válvula muscular
con el verbo frío y doliente de una mirada tirada al olvido,
ya cuando las aves dobladas a un tiempo relativo
acaban perdiéndose lejos, allá donde yo me he perdido...
De un pedazo de vida: Jhoel Pharra.
Ciudad gris.
Las fechas poco importan cuando caes.