Evonth

Recuerdos en fotos doradas por el tiempo

Echo de menos mi niñez,

la infancia, mi infancia perdida,

mi inocencia.

La diestra locura con la que nada importaba

porque era una locura buena e incluso sana;

la sensación viva de querer conocer el mundo

y a todas aquellas personas que me rodeaban.

Echo de menos ese trocito de vida;

la transparencia,

la alegría en los ojos la echo de menos…

 

Extraño el calor de la mano que me sujetaba,

los brazos en los que dormía,

la cuna en la que acababa el día,

en la que sigilosamente me arropaba

para permanecer a oscuras, solo conmigo

y darme paz en mi descanso

y en las pesadillas, apaciguar mis latidos

y enjugar mi llanto.

 

Extraño la luz que brillaba especialmente en el ocaso

de esa azotea habitada, en su mayoría, por entes lejanos…

Mis memorias. Si, mis memorias:

palomas, nubes, sombras, casas viejas, árboles, gatos.

Las gaviotas creaban formas

arriba, en un manto rosado.

Mi guardián, sujetándome en sus manos,

me alzaba en peso para que alcanzara a mirarlo.

Mi guardián…

Tanto, hace tanto que le extraño…

 

El tiempo transcurre para todo y para todos.

Las vidas han cambiado.

Las noches de vigilia, los amaneceres, risas, sueños, pesadillas,

los amores, los deseos, la felicidad, la agonía…

Cada vez son más escasos.

 

Cada recoveco del mundo que un día dejamos libre

ahora permanece ocupado por otras personas.

Otros besos, otras risas.

Son de otros los recuerdos.

¿Y los nuestros? Fueron borrados...

Pues, tal y como yo he admitido; y aunque tú no te has resignado,

los años, aquellos que tomaron mi vida plena,

el tiempo se los ha llevado...