Nací creyendo que el mundo
terminaba en el cristal de mi ventana
que más allá de aquella reja
la realidad desaparecía
Crecí creyendo que mi país
eran unas fotos colgadas en panfletos
para las fiestas patrias
Dormí bajo la firme convicción
que las rejas separaban
a los hombres malos
de la crema innata de la humanidad
Colón me contó una tarde
que si tienes una carabela
puedes descubrir galaxias
un mundo donde Churchil
compartiría un tequila con Hitler
mientras nuevos Mahatmas
derrotan a nuevos Cesares
y modernos Espartacos
desafíen torres cósmicas
Comprendí entonces que
las Romas y las Palestinas
desconocen de geografías
que el corazón contiene la cura del SIDA
la cual no es una epidemia
si no una cultura sociópata
Ahora se que enemigo,
extranjero, emigrante,
héroe, genocida,
libertador, caudillo,
son solo términos comerciales
que pretenden estratificarnos
para graduar nuestro nivel de consumo