Mi adorada
aún tengo en mis labios
los besos
que se abrasan a mí
como un carbón
hirviendo
¿a dónde estás ahora
con qué delirios
me habrás de recordar?
Las avenidas serán
como un pasaje más
donde mi sombra
quedará sin vida…,
mi adorada
miro mis manos
y todavía (todavía)
tu piel en ellas
está impregnada.
Este poema es el más triste
por las horas que han pasado
por no saber de ti
-de ti-
Aún transitan tus caricias
por mis brazos
-desde hoy soy ermitaño de mi tiempo
y nómada quizás sin aposento-
Caminaré sin rumbo
y me dejaré morir
sobre la hierva seca
del camino:
¡Ah mi cuerpo desnudo
abrasado al calor
de la nostalgia…!
Pero prosigue mi sombra
sin rumbo
solo -solo- solo
en el acotamiento del camino
repitiendo tu nombre
y limpiándome el sudor
con el dorso de la mano.
Mi adorada
aún tengo en mis labios
los besos
que se abrasan a mí
como un carbón
hirviendo.